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Elecciones anticipadas en Alemania en una Europa sin rumbo  

Domingo, 02 Marzo 2025 10:47

 

El pasado noviembre el gobierno liderado por el socialdemócrata Olaf Scholz se vio obligado a llamar a elecciones anticipadas ante la debacle de la “coalición semáforo” (SPD, FDP, Grüne) en medio de una crisis histórica de la Europa capitalista.

Las elecciones se celebraron el domingo 23 de febrero de 2025 y arrojaron como fuerza ganadora a CDU/CSU, los conservadores de la democracia cristiana, liderados por Friedrich Merz, el sucesor de Angela Merkel al frente de ese espacio político. Un dato no menor fue el crecimiento en la cantidad de votos (+21%) de AfD, la fuerza ultranacionalista y xenófoba que viene en un crecimiento sostenido, sobre todo en el territorio de la que se conoció popularmente como “Alemania del Este”. Por su parte, la socialdemocracia sufrió un golpe electoral importante, perdiendo casi 20% de votos y llegando a su menor nivel de la historia. También bajaron en cantidad de votos sus ex socios liberales y verdes. La fuerza reformista de Die Linke (“la izquierda”) aumentó la cantidad de votantes en un 9% y el partido que se escindió de este partido, BSW (“por la razón y la justicia”) hizo un debut con el 5% de los votos. Con estos resultados, sólo se podrá formar gobierno mediante una coalición, por lo que ya se especula con la posibilidad de un acuerdo entre CDU y SPD, aunque hay otras variantes. La gran preocupación entre las distintas fracciones burguesas es que se llegue a un “gobierno viable” y que no vuelva a fracasar como lo hizo la coalición saliente. El único partido que, pudiendo armar gobierno, no aceptaría acuerdos es AfD, ya que pretenden mostrarse como la “nueva derecha” que enfrenta las instituciones de la “vieja política”.

Crisis económica, política y social muestran la debacle imperialista

En numerosas oportunidades hemos dado cuenta de la tendencia irremontable del imperialismo a su decadencia y descomposición, marcada por la incapacidad de la burguesía imperialista de dar una salida estable a una crisis abierta hace ya más de una década. En esa tendencia mundial, Alemania, como tercera economía del mundo y potencia líder de Europa, ha absorbido gran parte de las contradicciones de la situación internacional en su acotado territorio. En el trasfondo de la colisión de la coalición “semáforo” se encuentran la contracción industrial, la inflación ingobernable, la acuciante situación de los trabajadores migrantes, el envejecimiento de la población y reducción de los económicamente activos, la irrupción de la guerra en Ucrania y las consecuencias económicas en sus lazos con Rusia, las políticas norteamericanas en su laberíntica guerra comercial con China, la inestabilidad de Medio Oriente y el Norte de África. A ninguno de estos “puntos calientes” el imperialismo alemán le ha podido dar una respuesta en favor de los intereses de su clase dominante (obviamente no de su población). El rearme militar alemán luego del comienzo de la guerra en Ucrania implica también un intento de disciplinar a su propio proletariado. El histórico proletariado industrial alemán, en particular de las automotrices, ya está pagando las consecuencias del ajuste con cierres y despidos.

A esto se suma el experimento de una asimilación de una parte de Alemania que fue saqueada luego de la caída del Muro de Berlín, en cuyo territorio se siguen imponiendo las condiciones de opresión económica de la burguesía imperialista de la parte occidental. Además, tenemos que contemplar que sus socios de la UE no están en mejores condiciones como para salir al rescate y, mucho menos, los va a ayudar el imperialismo norteamericano, que sólo está viendo cómo vuelve a recuperar terreno en la arena mundial, aunque eso implique dejar a Europa librada a su propia suerte.

Una salida obrera es la única opción viable

El hartazgo de amplios sectores de los trabajadores se manifiesta de forma distorsionada en las elecciones parlamentarias, que mostraron enorme fragmentación de los votos. A esto se suman nuevas generaciones que ya están perdiendo confianza en la democracia burguesa. En cierta forma esto puede explicar parcialmente el ascenso de AfD, que intenta posar de fuerza “renovadora” del capitalismo (reviviendo así sus peores calamidades del pasado como el nazismo), pero también vemos cómo enormes sectores de la juventud trabajadora comienzan a aumentar su interés por la izquierda y las ideas revolucionarias. Aunque las mediaciones (cada vez más débiles) intenten encauzar esta crisis a través de las instituciones, invocando un refrito de la falsa dicotomía entre “democracia y fascismo” (para soslayar el carácter imperialista de ambas partes), resultan cada vez más impotentes ante la falta de respuestas concretas a la cada vez peor situación de las masas.

La lucha por el futuro no se dirimirá en las elecciones, ni creando corrientes de opinión como aspiran las cada vez más insípidas fuerzas políticas reformistas, sino que se verá en la capacidad de las fuerzas revolucionarias de organizarse para disputar el poder a la burguesía en la dirección de la economía, hoy sin rumbo. Es una tarea urgente agrupar a las corrientes que se reivindican del marxismo revolucionario y levantan la necesidad de la reconstrucción de la IV Internacional para desarrollar una influencia efectiva en los sectores de vanguardia que están enfrentando el ajuste, los despidos, la desocupación y las miserias a las que se somete a los sectores del proletariado migrante. Con este propósito insistimos en nuestro llamado a una Conferencia Internacional que plantee los lineamientos para desarrollar estas tareas. El camino pasa por plantear la necesidad de recuperar las organizaciones obreras, especialmente los sindicatos, y dotarlos de una dirección revolucionaria capaz de poner en marcha un programa de transición hacia la toma del poder y la construcción del socialismo. Claro que estas tareas exceden las fronteras de Alemania, por eso el proletariado europeo debe levantar la voz al unísono para proclamar los Estados Unidos Socialistas de Europa. 

 

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